Lo imprevisto, el cambio, es el corazón de la ciencia de los eclipses. Para los antiguos, un eclipse lunar era un evento terrorífico. Algunos creían que un dragón del cielo estaba comiéndose a la Luna, llenándola de sangre mientras la consumía por completo. Pero la Luna finalmente renacía, y eso aumentaba la especulación.
Hoy en día los astrólogos no creen que un eclipse sea indicio de algo negativo sino de una especie de aceleración temporal, un catalizador que precipita hechos que de otro modo podrían permanecer invariables largo tiempo.
Todo esto desde un punto de vista astronómico.
Pero desde la visión de la astrología, más allá de las causas objetivas que dan vida a un eclipse, lo importante es que estas energías afectan nuestras vidas. El modo en que las afectan no es siempre el mismo, ya que ello depende directamente de nuestra Carta Natal.
Los Eclipses son sectores violentos en nuestros horóscopos, violentos en el sentido que precipitan cambios necesarios para el ser, pero muchas veces resistidos. El ser humano, la mayor parte de las veces, rehusa el cambio, sin embargo al producirse un eclipse los eventos se producen, lo queramos o no.
Los eclipses son posibles cada seis meses, cuando la Luna Llena o la Luna Nueva se alinean con los «Nodos Lunares» que son los portales invisibles a través de los cuales fluyen las energías cósmicas. Eso explica lo importantes que resultan para la concreción del destino.
Los eclipses no tienen que caer en nuestros signos para sentir sus efectos, pero sí en algún punto importante de nuestra carta natal.